Los Sueldos Divinos de los
Ministros
Entre las escusas que más se mencionan para justificar
el aumento del 100% del sueldo de los ministros en el Perú, que al fin al cabo
son empleados públicos, es que es necesario para atraer el talento al estado
peruano, ya que los profesionales de mejor nivel se van a trabajar al sector
privado porque allí les pagan más. No me resulta curioso que los políticos defiendan y justifiquen el colosal aumento del
100%, porque al final tarde o temprano ellos y su cofradía se van a beneficiar
con estos sueldos divinos en un país del tercer mundo, confirmándose las teorías
de que si es posible ser rico trabajando para el estado.
Comparemos primero los salarios de los funcionarios
públicos en los Estados Unidos, cuyos ingresos como país son el 30% de la
economía del planeta, es decir si la economía global solamente tiene 100
dólares, 30 de ellos está en manos de los Estados Unidos, y el ingreso per cápita
es como $55,000 por año contra los $5,500 del Perú, nueve veces más. Allí los salarios de la burocracia estatal,
incluyendo el presidente, son públicos, los ciudadanos saben cuánto gana cada
funcionario, y son de acuerdo a un rango o escalafón fijo. Lo que quiere decir
que cuando algún civil solicita un
puesto en el gobierno, ya sabe cuál será su sueldo por el resto de su vida, más
los aumentos anuales por inflación. Eso
es lo justo, porque los salarios del estado los financian los contribuyentes
con los impuestos, ya que el estado no produce riqueza, solo recauda. En
Estados Unidos, el cargo de Secretario
de Estado, que podría ser el equivalente al Primer Ministro de Perú, el mismo
que fue ocupado por Hillary Clinton durante el primer periodo de gobierno del
Presidente Obama, tiene un salario base anual de $186,600[i], o
$15,500 dólares mensuales. Ahora un ministro en Perú tiene un salario se
S/30,000 mensuales, al cambio son $10,700 mensuales, multiplicado por 14,
suponiendo que recibe 14 sueldos al año con los aguinaldos, y sin contar CTS,
suman $150,000 anuales, casi el mismo salario de la súper exitosa Hillary
Clinton en la economía más grande del planeta. La señora Clinton también podría
estar trabajando en una empresa privada ganando millones, pero se queda en el
gobierno por el deseo de servir a su país, y jamás se va a quejar de que le
pagan muy poco, o que ganaría mucho más en el sector privado, ya que es su
elección estar allí, nadie la obliga, y si hubiera querido, se hubiese ido.
Ahora, supongamos que si se justifica pagar salarios de superpotencia en un país pobre
como el Perú, y que el estado peruano tiene que competir con el sector privado
para atraer talento. En el sector privado los salarios se miden por el éxito,
por el liderazgo del gerente para lograr las metas establecidas y hacer crecer
la empresa. El gerente tiene que responder a los accionistas y justificar su
salario, y al menor error las cabezas ruedan. Si podríamos aplicar esas mismas
reglas a los ministros sería ideal, y que respondan a los contribuyentes que
pagan sus salarios y se hagan responsables
por sus errores. Eso es lo ideal, si en teoría se los contrata con sueldos de
superpotencia por las casi inauditas habilidades, y el elevado costo que tienen
sus servicios en el mercado laboral global. Con esos salarios en unos meses tendríamos
que ver los resultados con una reducción radical de la delincuencia, más
trabajo, menos corrupción y trabas burocráticas, y más libertad para que los
ciudadanos puedan vivir en paz y producir riqueza. Veremos los que sucede, y veremos
si existe la ética laboral que pregonan.
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