Carta de Domingo Nieto al Señor Ministro de Estado en el
Despacho de Hacienda, Moquegua, 2 de enero de 1843”
Por Jeffrey M. Kihien
Estoy leyendo el libro “La Guerra Maldita, Domingo Nieto
y su Correspondencia.”[1] El título atrajo mi
atención inmediatamente por tratarse de las cartas de mi paisano el Mariscal
Domingo Nieto. En el colegio había escuchado sobre sus hazañas guerreras y la
importancia en la formación de la República Peruana después de la
independencia. Ahora puedo afirmar, que sin Nieto el Perú hubiese desaparecido
anexado por los recién formados países vecinos. El Quijote de la Ley y el Ejército Peruano
salvaron el Perú.
En la página 258 del tomo
1 aparece la carta mencionada en el título
de estas líneas. En el año 1843 era Ministro de Hacienda Antonio G. De la
Fuente a él va dirigida la carta que empieza con las siguientes líneas:
“Juzgo
conveniente ir participando a vuestra excelencia los datos que voy adquiriendo
sobre las causas del descontento de los pueblos del sur y de los remedios de
que se puede hacer uso. El sur ciertamente se halla en estado de ruina, que lo
compele a empresas atrevidas y funestas
a la organización política. Todos los males de atribuyen al gobierno y a
los militares que repiten o intentan revoluciones.” La
Guerra Maldita. Tomo I, pág. 258. Mc Evoy, C. 2015
Nieto diagnostica con certeza la falta de seguridad
jurídica debido a las constantes revoluciones que los militares realizaban, las
mismas que tenían impacto directo en la economía, ocasionando la quiebra de las
empresas y desempleo. El párrafo escrito por Nieto se puede aplicar hoy día
mismo en muchos países de Latinoamérica.
En otro párrafo explica la producción industrial de
Moquegua.
“El
departamento de Moquegua subsiste por sus productos naturales, que son los
aceites, vinos, aguardientes, salitres, minas de plata y arriería.”Ibid. Pág.
259
“La
provincia de Moquegua casi no tiene otro mercado que Bolivia. Produce de 60 a
80 mil quintales de aguardiente, de los
cuales cuatro quintas partes más o menos se expenden en Bolivia.” Ibid.
Un quintal tiene 45Kg, y asumiendo que un litro de
aguardiente equivale a un kilogramo, un quintal equivale a cuarenta y cinco litros de aguardiente. Sesenta mil quintales
multiplicado por cuarenta y cinco, equivale a dos millones setecientos mil
litros de aguardiente por año.
Ahora, si multiplicamos esa cantidad de producción por el
precio de mercado de un litro de pisco a granel en Moquegua, treinta soles, el
resultado es ochenta y uno millones de soles anuales al día de hoy. Ese es el
equivalente en dinero al día de hoy que entraba a la economía de Moquegua en
1843 por producción de agua ardiente.
Cincuenta años antes, en 1794, Potosí en Bolivia, una ciudad muy rica por la
minería de plata, importó de Moquegua un millón de pesos en aguardiente y cien
mil pesos en vino.[2]
Había millonarios y familias de nobles en la pujante Villa de Moquegua.
El intercambio comercial entre Moquegua (que incluía en
ese tiempo las provincias de Tacna y Arica) y el Alto Perú, se deterioró
durante las guerras de independencia contra España. En 1825 el Alto Perú se
independiza y adquiere el nombre de Bolivia, en homenaje a Simón Bolívar. El
nuevo país de Bolivia impuso tarifas de importación a los productos peruanos
dentro de ellos la producción que provenía de Moquegua. Las tarifas restaron
competitividad al aguardiente Moqueguano y ocasionó pérdida económica a los
productores. La ciudad estaba en crisis. En otro párrafo de la carta Nieto
menciona:
“Moquegua
con la bárbara alza de derechos hecha en Bolivia y con la internación de
licores y vinos extranjeros, se halla en completa nulidad…”
“Para
contener la insolencia con que nos traba Bolivia, no quedan sino la guerra, un
tratado favorable de comercio o la separación, emanada del estado violento de
estos departamentos.” Ibíd. Pág. 261.
Nieto sugiere una guerra contra Bolivia para que abra sus
fronteras al comercio peruano, imagino que la desesperación de la ciudad debe
haber sido enorme con la economía colapsando generando desempleo y bancarrotas.
Más interesante es el efecto devastador que la
independencia del Imperio Español ocasionó en la economía de Moquegua, la cual,
al menos en producción vitivinícola no se ha recuperado.
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