Los
Intelectuales
Me parece – y no voy afirmar absolutamente nada porque no
soy un intelectual- que desde que la escritura y la lectura se volvieron masivamente
accesibles a la sociedad con la Revolución Industrial, inmediatamente la
civilización vio nacer una nueva especie humana que se autodenomino como
“intelectuales.”
El
intelectual es un opinologo, que algunas veces maneja muy bien la palabra escrita
y tiene un discurso bien articulado. Existen intelectuales de varios tipos,
desde los “intelectuales de salón” como los llama Mario Vargas Llosa, que
caminan con un libro bajo el brazo, y constantemente citan autores y nos dicen
que es lo que están leyendo, y orgullosamente mencionan títulos de libros y se
hinchan de ego.
Tom
Wolfe, escritor norteamericano autor la novela “Back to Blood” (Vuelta a la
sangre, menciona que el intelectual, o la clase intelectual comenzó a aparecer
en los principios del siglo veinte. Wolfe define al intelectual como una
persona “que tiene conocimiento sobre una materia específica, pero habla como
un experto únicamente sobre otras
materias de las cuales mayormente desconoce.” Y hablan bien, articulan muy bien,
pero no fundamentan. A estos personajes la sociedad les llama intelectuales, o
ellos mismos se autodenominan así. Y en realidad no contribuyen en nada o muy
poco al desarrollo de la sociedad. Lo que es más extraño aun es que personas
que con su genio y trabajo si han contribuido, y muchísimo, al desarrollo de la
sociedad, no se les ha elevado al “santísimo pedestal de intelectual.” Nadie
considera un intelectual a Steve Jobs, Bill Gates, y en Perú a Dionisio Romero,
los Belmont o los Añanos, u otras personas que crean empresas, dan empleo y
tienen mucho éxito. Sin embargo, un actor o un cantante que se pone a opinar y
dar fórmulas mágicas para mejorar la sociedad es inmediatamente considerado un
intelectual, sin embargo sus fórmulas mágicas no tienen sentido, son
inaplicables.
Al
intelectual le apesta todo, se indigna del progreso de la sociedad y del éxito individual,
porque piensa –si es que eso es pensar- que el otro no merece el éxito, ni el
dinero que tiene porque no ha leído los libros que El sí. Allí se indigna más,
y con su indignación nacen sus opiniones, sobre que es bueno para la sociedad y
que es malo. Se indignan de la televisión, y llaman basura a todo lo que no les
gusta, y si te descubren viendo uno de esos “programas basura” o leyendo un
libro con dibujitos, inmediatamente te tildan de ignorante. Esos son los
intelectuales, se consideran ellos mismos el alma de la sociedad y la moral
suprema.
La
humanidad, sobre todo durante el siglo XX, ha experimentado que la furia de los
intelectuales con poder. Hitler era un intelectual que arrastro al mundo entero
hacia otra odio contra otra cultura, lo mismo sucedió con Mao en China, y
Stalin y Lenin en Rusia, y Fidel Castro en Cuba, con decenas de millones de
muertos, y solamente porque no se alienaban a su pensamiento. Y aquí en Perú,
Abimael Guzmán, otro intelectual que nos
dejó marcados para siempre con su doctrina de odio. Hay que tener cuidado, el
intelectual quiere que pienses y actúes como el, o mejor dicho quiere que no
pienses, el pensara por ti porque tú no puedes.
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