Por Jeffrey M. Kihien-Palza
La envidia y los celos son
parte de la naturaleza humana, es por ese motivo que desde comienzos de la humanidad
nos han alertado sobre las consecuencias de dejarnos llevar por ellos. “El corazón
apacible es vida de la carne; más la envidia es carcoma de los huesos,” dicen
los Proverbios 14:30.
El juego político no escapa
a las pasiones humanas en donde la envidia y los celos tienen un papel fundamental,
y se utilizan a menudo para justificar una ideología y el comportamiento de un
grupo humano. De este modo el fracaso de unos es por causa de otros. Del mismo
modo que el éxito de unos es por haber tomado ventaja de los otros. Y todo está
relacionado directamente al éxito económico y a la felicidad. Se muestra al
pudiente riéndose, disfrutando y siendo feliz, y al pobre enfermo y sufriendo.
Los celos y la envidia han
empujado revoluciones, guerras, genocidios y cambios radicales en la cultura
del planeta. La Revolución Francesa se alimentó con el odio contra la realeza,
y públicamente pasaron por la guillotina 15,000 nobles y allegados en medio de
vítores y aplausos del público. La revolución comunista en Rusia fue por odio y
envidia contra los industrialistas capitalistas, los dueños de tierras y la nobleza.
Todos pasaron por el cuchillo. Lo mismo sucedió durante la revolución cubana,
con cientos de fusilados por orden del Che Guevara.
Es por eso que el socialismo
como ideología tiene que tener un enemigo, tiene que polarizar y hacer que el
individuo controlado por los celos y la envidia pierda el panorama lógico de la
realidad cotidiana.
El socialismo y el libre
mercado están enfrentados. Ambas ideologías se acusan de los problemas de la
humanidad. Sin embargo como fórmula para el desarrollo humano y la felicidad,
el libre mercado o capitalismo le ha ganado la competencia al socialismo. Los países
que practican el libre mercado son mucho más desarrollados que los que no la
practican. Eso es innegable.
Los seres humanos escapan o
emigran a países con economías de libre mercado en busca de porvenir, libertad
y mejor vida. Y con su trabajo envían miles de millones de dólares a las
familias que dejaron atrás. Al menos yo
no conozco a nadie que emigre a un país comunista en busca de libertad y de
mejorar el nivel de vida de su familia. Eso no existe. No vemos peruanos
emigrando a Venezuela por trabajo, al menos no ahora, antes de Chaves y del
Socialismo del Siglo XXI, si, lo mismo que a Argentina antes de la catástrofe socialista
de los Kirchner.
Sin embargo la lucha por el
poder político entre libre mercado y socialismo sigue vigente. Se han inventado
nuevos conceptos ideológicos para que afloren los celos y la envidia. Allí
aparecen las ideas de la desigualdad, de la inclusión, representatividad y el ambientalismo.
Reconocen por ejemplo que el Perú económicamente ha mejorado muchísimo, pero de
forma desigual, dicen por eso que el sistema ha fracasado y hay que cambiar la constitución
para que todos seamos iguales.
Para empezar todos somos
iguales ante la ley, eso es indiscutible, pero también es un derecho humano ser
mejor que el otro. Es allí en donde el deseo de
superación entra en juego, el mismo que requiere una inmensa cantidad de
trabajo constante, y que muchas veces toma generaciones. Los padres trabajando
duro para educar a los hijos, y estos haciendo lo mismo cuando les toca su
turno, esa es la forma como la civilización avanza y mejora. Es el concepto del
emprendedor, y el emprendedor no quiere ser igual a ti, él quiere ser mejor,
mucho mejor. No te asustes porque la sociedad se beneficia con su trabajo. El
socialismo quiere que le tengamos celos y envidia al emprendedor, y todo porque
le va bien a base de su esfuerzo.
También dicen, “el libre
mercado trae progreso pero a costa del medio ambiente.” Todas las actividades
de las especies vivas en el planeta, para bien o para mal tienen un impacto. La
misma agricultura, que es un invento humano, tiene impacto, lo mismo que la minería,
y ambas actividades son necesarias para la civilización y se desarrollan una al
costado de otro. Si no eres ambientalista, que es un concepto político, eres
malo, y hay que odiarte por eso.
Asimismo, el socialismo dice
que el libre mercado no incluye al pobre. Es lo opuesto el libre mercado es
para que el pobre progrese, porque le brinda oportunidad, ¿acaso en Cuba el
pobre tiene oportunidad? No la tiene, ni la tendrá, porque el sistema no
permite la creación de emprendedores.
Por eso el discurso político
de la izquierda peruana no tiene
sentido, sin embargo ha logrado que los celos y la envidia en algunos
compatriotas aflore, y eso es muy peligroso para el país. Ya estamos alertados.
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