Reflexión
en el Día de Moquegua
Por Jeffrey M. Kihien-Palza
MBA, Johns Hopkins
University.USA
La reflexión es un ejercicio mental complejo que
toma tiempo y entrenamiento dominar. No es sencillo sentarse y empezar a
analizar que se hizo bien, mal, mediocremente o que simplemente no se hizo. Se
escucha a lo largo de la vida que es necesario tomar un momento para la
reflexión, sin embargo, no se enseña como hacerlo de una forma eficaz que
permita llegar al fondo del asunto y encontrar la solución. Todo tiene
solución, absolutamente todo, y si me dices que la muerte no tiene solución, la
muerte es una solución en sí, es un absoluto de la vida.
Escribo sobre la reflexión
at portas del aniversario de Moquegua, y lo hago desde un punto de vista
totalmente personal y objetivo. El clamor individual y colectivo de Moquegua es
el desarrollo y progreso, “y tu ciudad
dormida se levantara a impulsos del aliento de prosperidad…”[i] dice el vals que lo he mal
cantado cientos de veces con copas y sin ellas, el tema cotidiano de
conversación del moqueguano es y ha sido desde años atrás la prosperidad. Como
hacer para que la ciudad entre a la modernidad y se beneficie de ella. Sin embargo,
anhelar la prosperidad no es suficiente, los anhelos no se mueven solos, ni
mucho menos las ganas, ni las ideas, la acción es necesaria. Toda inspiración
necesita de ejecución, sino, no sirve.
Uno de los problemas de
anhelar la prosperidad en el pensamiento moqueguano, es el colectivismo, el
moqueguano piensa en la prosperidad colectiva, pero no en la suya propia, ese
es un problema que se ha convertido en una barrera mental. Demandar prosperidad
colectiva implica obligatoriamente en el pensamiento moqueguano cavilar que el
otro te va a solucionar tus problemas, que el otro te traerá riqueza, y que tú
no tienes que mover ni un dedo. Ese otro, en el pensamiento colectivista son
“las autoridades.” Lo vengo escuchando toda mi vida, “las autoridades no solucionan,”
es el pensamiento estatista que es la principal barrera para el desarrollo y
anhelada prosperidad. Lo único que tienes que exigirle a las autoridades y al
estado es que te deje crear riqueza, que no intervenga de ninguna forma, que te
deje en paz, eso tienes que exigirle constantemente, porque a la “autoridad” se
le olvida.
La prosperidad individual empuja
la prosperidad colectiva, esa es la única estrategia que funciona, y ser
prospero no es difícil. Pintar la fachada de tu casa eleva el valor de tu propiedad, esa es una acción individual, y
si el precio de tu propiedad sube, también lo harán la de los vecinos. Ese es
un ejemplo fácil de entender, lo individual beneficia lo colectivo y puedes
elaborar cientos de ejemplos, desde el taxista que mantiene su carro limpio y
es cordial con el cliente, hasta el dueño del hotel que desarrolla estándares
de servicio de hotel de cinco estrellas. Lo individual beneficia lo colectivo.
El Moqueguano anhela
prosperidad, y al mismo tiempo se contradice porque vive atado al pasado, a una
prosperidad que le han contado fue maravilla y espectacular, como lo dice el
vals;
“Y con paso gigante
hacia el porvenir
volverás a ser
pronto lo que fuiste ayer
se cubrirán tus campos de suave arrebol
renacerá tu vida con un dulce amanecer”[ii]
El pasado
ya se fue, lo único que existe es el presente, y esta época con el boom del
precio de los metales y la apertura económica es la mejor época que la ciudad
ha vivido en los últimos 100 años, por eso hay que sacarle el mayor provecho
posible y todo empieza con el cambio de mentalidad. Tarea difícil, no lo niego,
pero al menos ya la idea esta servida.
Los booms
económicos de Moquegua han estado asociados todos a la minería. El principal
comprador de licores Moqueguanos durante el virreinato era la mina de Potosí,
en lo que ahora es Bolivia. Potosí fue la ciudad más rica del mundo durante el
boom de la plata, y la ciudad minera llego a tener más de doscientos mil
habitantes. Ese era el mercado fuerte de los licores de la costa. Hubo otro
pequeño despegue económico con Toquepala y Cuajone en los 70s, luego la
economía se deprimió hasta el año 2002. Paradójicamente, la reconstrucción de
la ciudad luego del terremoto del 2001 inicio movimiento comercial que no ha
terminado hasta el momento. La ciudad en 15 años cuadruplico su tamaño en gran
parte también a la subida de los precios de los metales. Moquegua necesita más
minas para generar riqueza individual y luego colectiva.
Y para
terminar paisanos, les comento que el Machu Picchu del Sur se llama Camata o
como la llamaba mi abuela Anita Collado, la Ciudad Roja. Camata es una mina de
oro para el turismo, es espectacular y no hay nada similar en el sur del Perú y
norte de Chile. Solo falta un poquito de promoción, no mucha, porque la oferta
hotelera de Moquegua no pasa de las 500 camas y esa es la cantidad máxima de
turistas diarios que se puede atender. Un poquito de promoción a Camata y si se
llegan a abrir al público los túneles de la ciudad, los que la cruzan desde el
Colegio Santa Fortunata a la Co-Catedral y Belén, la prosperidad será
ilimitada. Allí está, facilito, hagan plata, y como dijo el líder comunista
Chino Deng Xiao Ping a su pueblo, para que se sacudiera de la mentalidad
maoísta y colectivista y abrazara el individualismo como filosofía de vida:
“Hacerse rico es glorioso.” Feliz prospero día de Moquegua.
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