sábado, 2 de diciembre de 2017

Reflexión en el Día de Moquegua




Reflexión en el Día de Moquegua
Por Jeffrey M. Kihien-Palza

MBA, Johns Hopkins University.USA

 La reflexión es un ejercicio mental complejo que toma tiempo y entrenamiento dominar. No es sencillo sentarse y empezar a analizar que se hizo bien, mal, mediocremente o que simplemente no se hizo. Se escucha a lo largo de la vida que es necesario tomar un momento para la reflexión, sin embargo, no se enseña como hacerlo de una forma eficaz que permita llegar al fondo del asunto y encontrar la solución. Todo tiene solución, absolutamente todo, y si me dices que la muerte no tiene solución, la muerte es una solución en sí, es un absoluto de la vida.
Escribo sobre la reflexión at portas del aniversario de Moquegua, y lo hago desde un punto de vista totalmente personal y objetivo. El clamor individual y colectivo de Moquegua es el desarrollo y progreso, “y tu ciudad dormida se levantara a impulsos del aliento de prosperidad…”[i] dice el vals que lo he mal cantado cientos de veces con copas y sin ellas, el tema cotidiano de conversación del moqueguano es y ha sido desde años atrás la prosperidad. Como hacer para que la ciudad entre a la modernidad y se beneficie de ella. Sin embargo, anhelar la prosperidad no es suficiente, los anhelos no se mueven solos, ni mucho menos las ganas, ni las ideas, la acción es necesaria. Toda inspiración necesita de ejecución, sino, no sirve.
Uno de los problemas de anhelar la prosperidad en el pensamiento moqueguano, es el colectivismo, el moqueguano piensa en la prosperidad colectiva, pero no en la suya propia, ese es un problema que se ha convertido en una barrera mental. Demandar prosperidad colectiva implica obligatoriamente en el pensamiento moqueguano cavilar que el otro te va a solucionar tus problemas, que el otro te traerá riqueza, y que tú no tienes que mover ni un dedo. Ese otro, en el pensamiento colectivista son “las autoridades.” Lo vengo escuchando toda mi vida, “las autoridades no solucionan,” es el pensamiento estatista que es la principal barrera para el desarrollo y anhelada prosperidad. Lo único que tienes que exigirle a las autoridades y al estado es que te deje crear riqueza, que no intervenga de ninguna forma, que te deje en paz, eso tienes que exigirle constantemente, porque a la “autoridad” se le olvida.
La prosperidad individual empuja la prosperidad colectiva, esa es la única estrategia que funciona, y ser prospero no es difícil. Pintar la fachada de tu casa eleva el valor de  tu propiedad, esa es una acción individual, y si el precio de tu propiedad sube, también lo harán la de los vecinos. Ese es un ejemplo fácil de entender, lo individual beneficia lo colectivo y puedes elaborar cientos de ejemplos, desde el taxista que mantiene su carro limpio y es cordial con el cliente, hasta el dueño del hotel que desarrolla estándares de servicio de hotel de cinco estrellas. Lo individual beneficia lo colectivo.
El Moqueguano anhela prosperidad, y al mismo tiempo se contradice porque vive atado al pasado, a una prosperidad que le han contado fue maravilla y espectacular, como lo dice el vals;
                            “Y con paso gigante hacia el porvenir
                             volverás a ser pronto lo que fuiste ayer
se cubrirán tus campos de suave arrebol
renacerá tu vida con un dulce amanecer”[ii]

El pasado ya se fue, lo único que existe es el presente, y esta época con el boom del precio de los metales y la apertura económica es la mejor época que la ciudad ha vivido en los últimos 100 años, por eso hay que sacarle el mayor provecho posible y todo empieza con el cambio de mentalidad. Tarea difícil, no lo niego, pero al menos ya la idea esta servida.
 
Los booms económicos de Moquegua han estado asociados todos a la minería. El principal comprador de licores Moqueguanos durante el virreinato era la mina de Potosí, en lo que ahora es Bolivia. Potosí fue la ciudad más rica del mundo durante el boom de la plata, y la ciudad minera llego a tener más de doscientos mil habitantes. Ese era el mercado fuerte de los licores de la costa. Hubo otro pequeño despegue económico con Toquepala y Cuajone en los 70s, luego la economía se deprimió hasta el año 2002. Paradójicamente, la reconstrucción de la ciudad luego del terremoto del 2001 inicio movimiento comercial que no ha terminado hasta el momento. La ciudad en 15 años cuadruplico su tamaño en gran parte también a la subida de los precios de los metales. Moquegua necesita más minas para generar riqueza individual y luego colectiva.

Y para terminar paisanos, les comento que el Machu Picchu del Sur se llama Camata o como la llamaba mi abuela Anita Collado, la Ciudad Roja. Camata es una mina de oro para el turismo, es espectacular y no hay nada similar en el sur del Perú y norte de Chile. Solo falta un poquito de promoción, no mucha, porque la oferta hotelera de Moquegua no pasa de las 500 camas y esa es la cantidad máxima de turistas diarios que se puede atender. Un poquito de promoción a Camata y si se llegan a abrir al público los túneles de la ciudad, los que la cruzan desde el Colegio Santa Fortunata a la Co-Catedral y Belén, la prosperidad será ilimitada. Allí está, facilito, hagan plata, y como dijo el líder comunista Chino Deng Xiao Ping a su pueblo, para que se sacudiera de la mentalidad maoísta y colectivista y abrazara el individualismo como filosofía de vida: “Hacerse rico es glorioso.” Feliz prospero día de Moquegua.





[i] Estrofa del Vals a Moquegua. Autor: Miguel Angel Fernandez Davila
[ii] Idem. 

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