martes, 13 de septiembre de 2016

Coincidencias Económicas entre el Imperio de los Incas y el Imperio Norteamericano



Coincidencias Económicas entre el  Imperio de los Incas y el Imperio Norteamericano
Por Jeffrey M. Kihien-Palza
El  éxito de un estado no está relacionado al azar, ni cae del cielo, más bien la relación es directamente proporcional  a la libertad que el estado le otorga a sus ciudadanos.
Dos estados, en  espacios tiempo histórico distintos, utilizaron la misma estrategia para fortalecerse y asegurar la lealtad de sus súbditos o ciudadanos, y para agrandar sus territorios.  El Imperio Incaico, que nació en el valle del Cuzco, entendió que el negocio del Estados era cobrar impuestos a sus súbditos, pero antes, primero tenía que atraerlos, y nada mejor que utilizar el bien material por excelencia; la tierra.  El Imperio de los Incas otorgaba a cada súbdito del Imperio un topo de tierra, si era varón, y medio topo si era mujer. Fue quizás el primer estado en las Américas en reconocer el derecho de propiedad para hombre y mujer.
Con esta medida, de otorgar tierras y proteger el derecho a la propiedad, el Imperio Incaico fue anexando los señoríos e imperios que lo rodeaban, dedicándose el Estado Incaico a hacer lo que los estados exitosos saben hacer mejor; cobrar impuestos y proteger la propiedad  y seguridad de sus súbditos.
En 1889 los Estados Unidos de Norteamérica decidió abrir nuevos territorios para sus ciudadanos y nuevos inmigrantes a sus tierras. Para esta tarea elaboro un plan que siglos atrás ya había sido utilizado con éxito por el Imperio de los Incas. Puso a disposición de cualquier persona 8,000 kilómetros cuadrados en el nuevo territorio de Oklahoma, divididas en parcelas de 64.8 por cabeza. Cincuenta mil personas se inscribieron para participar en la competencia que consistía en alcanzar la parcela y plantar una estaca. Fue una competencia honesta que fue llevada al cine en la película “Un Horizonte Lejano” con Nicole Kidman y Tom Cruise. En cuestión de horas el Estado Norteamericano otorgo derechos de propiedad a 50 mil personas, aseguro el pago de impuestos  por la tierra y luego vendrían otros tributos por la producción agrícola que los nuevos colonos agregarían.
Con dos planes similares y en espacios tiempo histórico distintos, dos imperios poderosos se forjaron. La lección es clara, la propiedad hace al ciudadano, y el ciudadano hace al estado.
Lo opuesto es la colectivización de la propiedad de la tierra, cuántas veces practicada y tantas veces ha terminado en  una catástrofe humana, ocasionando hambrunas, guerras y retroceso de la civilización.
La historia de éxito está escrita frente a nosotros, ahora es el momento de aplicarla, porque mañana ya es demasiado tarde.


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